Muere a los 90 años el expresidente de Iberia Narcís Andreu Musté

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Narcís Andreu, expresidente de Iberia.EFE

El empresario y economista Narcís Andreu Musté falleció ayer en Madrid a los 90 años tras una prolífica carrera profesional que le llevó a asumir el cargo de presidente de Iberia y Aviaco entre 1985 y 1990. Fue una figura discreta entre la clase empresarial que buscaba renovar y abrir la economía española a la vez que nacía la democracia, pero su discreción no le impidió ser un actor de peso en algunos ámbitos, especialmente el de las entidades financieras y el de la industria, pero también el de los medios de comunicación: fue uno de los 383 accionistas que en 1973 apoyaron la fundación de EL PAÍS, un proyecto que empezó a idearse el año anterior pero cuyo primer número no salió publicado hasta el 4 de mayo de 1976. Andreu enmarcó la primera página del diario y la colgó como un cuadro en una pared de su casa.

Nacido en Reus (Tarragona) en 1933, Andreu creció en el exilio en México, Marruecos, Bélgica y Francia acompañando a su padre, Josep Andreu Abelló, una de las personalidades más importantes del catalanismo. Narcís Andreu empezó a trabajar en la década de los 60 en la filial belga del Banco Exterior de España, fue adjunto al presidente en Bankunión y miembro del consejo de administración de Banca Catalana —como también lo había sido su padre—. Tuvo cargos en empresas de distinta índole, como Autopistas Españolas, Simago, Fenosa o Cros, y fue presidente del Banco de Crédito Native hasta 1985, cuando el Instituto Nacional de Industria, por entonces accionista mayoritario de las aerolíneas Iberia y Aviaco, le nombró presidente de ambas.

De su paso por las aerolíneas estatales se le recuerda por modernizar la flota de aviones, reducir la deuda de las compañías y hacerlas rentables. “Fue la primera vez que la empresa tuvo beneficios, lo que le daba una gran alegría. También fue el momento en el que salieron los libros que editaba Iberia y que se daban a los pasajeros”, recuerda su hija Cristina Andreu. Tras su paso por las aerolíneas —por el que se le otorgó la Gran Cruz de la Orden del Mérito Aeronáutico en 1999—, volvió a Bruselas para presidir el Banco Exterior y fue consejero de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Sin duda su apellido no pasaba desapercibido, puesto que su padre fue una figura capital en el catalanismo político por la enorme influencia que tuvo durante la Segunda República, la guerra, el exilio y la transición. Josep Andreu (1906-1993) participó en la redacción de Estatut de Núria, el primero que reconoció en 1932 la autonomía de Cataluña bajo la República, y también en la redacción del Estatut de Sau, el que la volvió a reconocer en 1979; fue fundador de Esquerra Republicana en 1931 y también fundador del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), por el que fue diputado y senador con la llegada de la democracia. También fue presidente del Tribunal de Cassació de Catalunya durante la guerra, administró los recursos económicos de la República desde el exilio en México, se hizo rico al fundar un banco en Tánger y estuvo en la creación del proyecto financiero que la familia Pujol emprendió con Banca Catalana, que más tarde se estrellaría.

“Me agrada que me confundan con mi padre, pero desgraciadamente no soy él”, dijo tras ser nombrado presidente de Iberia, según recogen las informaciones del momento. Pero pese a las diferencias, heredó su influencia y las conexiones políticas: fue uno de los pocos empresarios que entonces tenía carné de partido, el PSOE, y fue una figura importante en la fundación de EL PAÍS, empeño en el que coincidió con el amigo de su padre José María Areilza, uno de los impulsores de la Transición. Al volver del exilio, en 1964, Narcís Andreu se quedó en Madrid mientras su padre volvió a Cataluña. Gestionó el archivo de su padre, y la familia sigue guardando la medalla que corresponde al presidente del Tribunal de Cassació, disuelto por la dictadura en 1939. Padre de siete hijos, Narcís Andreu compartía la pasión por el cine con su hija Cristina, presidenta de la asociación Cima, de mujeres cineastas. Recuerda a su padre como una persona “muy curiosa, nada vanidosa y muy de izquierdas”: “Tenía muy claro que tener dinero implicaba aportar con los impuestos. Creía que ser de izquierdas significaba aportar para que la sociedad fuera lo más igualitaria posible”. La última película que vieron juntos fue Ciudadano Kane.

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